– ¡Parate ahí que te quemo!
– ¡Qué vas a quemar vos cerdo
fascista! Vos no podés quemar ni un fósforo.
– Para qué te parece que te apunto
con esta Tala 22. Te avisé, subversivo apátrida, terrorista de
cuarta.
– Terrorista puede ser, de cuarta,
está por verse.
En ese momento de la
acción, una extraña señorita se interpone entre los hombres, que
están parados uno frente a otro a dos metros de distancia. Tiene el
cabello largo, rubio y enmarañado, viste un saco de cuero rojo
sangre, altos zapatos de finos tacos y mucha biyuteri de la ruidosa.
Lo que en sí no es extraño. Lo extraño son sus bigotes.